lunes, 10 de febrero de 2014

Hoy: El diario de Adán y Eva


El diario de Adán y Eva es una de las obras más hermosas que he visto nunca, cada instante esta lleno de sentimiento, complicidad y verdad.  Cada segundo de la obra es un poco más de amor... un amor puro unido a la tristeza que producen el recuerdo y el cambio constante de la vida... lo que un día fue y simplemente ya no está. Unido al cariño que por mucho que deseas jamás lograrás olvidar. Y unido también a la nostalgia de un tiempo en el que fuiste más feliz de lo que nunca podrías haber imaginado, simplemente porque estabas al lado de la persona adecuada, esa que te hacía reír y se fijaba en los detalles que para otros pasaban desapercibidos. Un amor que es tan tuyo que va más allá de la ausencia y del tiempo, tan propio que no lo puedes revelar. Porque lo que pasó entre Felipe y Catalina nunca se sabrá... pero se siente tan fuerte que lo haces tuyo. 

No hubo un solo momento de la obra en el que mi cabeza se desviara a un pensamiento lejano. Mis ojos y mi mente estaban concentrados en ese escenario. Reí y lloré, tan pronto soltaba una carcajada como me sorprendía a mi misma limpiándome las lágrimas. 
La obra en sí es una delicia, pero sin la maravillosa interpretación de Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo se hubiera reducido a un par de palabras con encanto. Se notaba entre ellos una conexión muy fuerte y un amor muy especial que te llenaba el alma y te acariciaba el corazón recorriendo cada uno de los sentidos. Dos voces muy potentes que hicieron gala de sus miles de posibilidades. Ana Milán lleno una vez más de magia el teatro, alternando dos personajes de mujeres de distintas épocas, sacando su lado más cómico y también el más tierno, actuando como siempre con naturalidad y encanto.  Fernando se enfrento a un  joven y gracioso Adán y a un anciano cargado de matices sin descuidar ni un momento el temblor de sus manos ni los múltiples detalles que conlleva interpretar a un hombre similares características. Entre los dos crearon un ambiente de miradas y sonrisas que te hacia sumergirte en la historia desde el minuto 0. 

Fue una de esas obras que no importaría repetir y una de esas interpretaciones que me hacen amar el teatro cada día más. Salí con una sonrisa en la boca porque había disfrutado como una enana sentada en mi butaca. 
Gracias por regalarme un trocito de vuestro alma y por hacerme participe de una historia tan bella.


Os adora
 Patricia Berot


 Espero que te gustara


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